jueves, 17 de diciembre de 2009

La novia ideal

Flora sabia que las alas de Mirta, su pajarita, podrían acalambrarse y aburrirse de tanto posar inmóviles sobre su cuerpo, pero temía que al dejarla salir ella no volviera; sabia que para Mirta todo lo que estuviera allá afuera poseería mayor emoción que los barrotes.
Ella solía charlar con su amiguita que con picotazos respondía; si sí, si no, nunca una duda, nunca un ‘tal vez’, nunca un ‘no se’.

(la mujer perfecta)

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