Sabrás entender mis retrasos, yo siempre entregando a tiempo, pero con la mano del ayer no nos hemos puesto de acuerdo en momentos, tratando, tal vez, de hacerte llegar relatos de realidades reales pero no. Y duelen, pero no.
El asfalto dejó de rasparme, los fantasmas de la noche también, aunque a decir verdad, debo confesar que una noche ya sucedida sentí una conversación con vos. Si bien mi acto solo se basó en una sonrisa deforme y la repetición de esa frase ‘yo no se si es baldosa o ayer, yo no se, yo no se’ y de tu parte ese caluroso vacío de la noche de viento … Fui feliz como lo fui en todas esas otras noches. Con vos.
¿Volverás? ¿Volveré?
Yo no se.
Por el momento: Ya te debés de haber enterado, que ya no estoy sola, en lo que a formalismos nos referimos, claro.
Debió de haber sido un puñal para vos. ¿Cuánto me amaste? – Y surgían las incredulidades, el miedo, la poca conformación de una estabilidad interna, como la cajita de la bailarina que mi madre rompió y luego reemplazo. Como tus muñecas que en paz descansen, ¿están ellas con vos? ¿Debo peinarlas sino?
Yo no se, ¿será el olvido tuyo? No lo hagas.
Y hasta me atrevo a apagar el ruido; por esta noche no temeré escuchar mi voz.

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