A veces suele crear malestar poseer la imposibilidad de exteriorizar la fantasía, porque, en el caso de ya haber transitado caminos de tierra se sabe que solo es eficiente si se desea arruinarse, y en el caso de no haber transitado ni calle ni vereda siquiera , solo afectará al otro; en este último caso el malestar solo es percibido cuando de manera racional se analiza la exteriorización. (Para el momento, será tarde).
Cuando se desea mentir, y se cree en lo que a futuro se está planteando, se entrevé la manera en la cuál uno absorbió todo conocimiento que le fue brindando. En este caso burdo el conocimiento abarca la moral enseñada y la nube que llueve ficciones. Cuando se habla de eternidad, he, en mi persona, de mantener una idea propia que refleja la manera en la que perdura la experiencia como única, o lo que sea que considere en el caso puntual como ‘eterno’, no el hecho de que posea existencia temporal definida (‘hasta el fin de los tiempos’, que no se sabe cuándo será). Mejor dicho, reitero, es un carácter único, de exclusividad, lo que representa la eternidad. A modo de ejemplo se relata una frase común en parejas primerizas ( o partidarias de la ilusión que crea la lluvia de la nube ya nombrada) ‘te amo para siempre/ por siempre’. Si bien la eternidad no se presenta de manera textual, es la idea de la frase. Aquí la única manera racional de comprender semejante burla es por medio de la inducción de mencionado concepto. No es una situación, en este caso sentimiento, que vaya a perdurar a lo largo de los tiempos, hasta la muerte, si no que lo que perdurará en el tiempo será el hecho del amor de ese determinado momento. Momento, situación, sentimiento, sensación exclusiva del momento, que no volverá a repetirse, porque, he aquí donde se presenta la eternidad de cada situación/etc, no volverán a darse jamás los factores que en esa determinada situación/etc dieron origen a la misma. Si bien los tópicos (caso puntual: enamoramiento) se repiten incesantemente (no recurriremos a ideas anticuadas como ‘naturaleza humana para justificar, en este caso, los sentimientos), es decir, una persona puede enamorarse innumerables veces, bien es así que ninguna de esas veces será esencialmente idéntica a otra, o entre si las unas con las otras.
La mentira toma dos pasos, uno es la idealización, causada por los valores inculcados, las maneras y modos de vida (que no se pasarán a cuestionar por falta de necesidad, porque bien se sabe que cualquier ser, o mejor dicho: par, en misma situación de igualdad, puede reconocer tales puntos de origen de ideas, sentimientos y sensaciones) que se mantiene en la persona misma y otro es la exteriorización, que consiste, como obviedad que se presenta, en relatar o hacer saber a quién no es uno, lo que se idealiza con carácter eterno, comprometiéndolo a creer en ello.
Esta idea posee también un carácter, si se quiere, fetichista inverso, ya que se le estaría adjudicando a un ente abstracto (no material) cualidades materiales (durabilidad), creando entonces una confiabilidad.
[…] La realidad se construye, no existe por motus propio, no es única ni particular, toma varios senderos y muta de diferentes maneras. No hay un modo. Pero son incontables las mentiras que la componen, e inexplicable la gravedad en la que se desea creerlas.
Extractos de un libro que no existe, el libro del dolor.

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