¿Quién se atreve?
“… y no explico porque odio el sentido común.’ T.T.
I
Cuatrocientas historias tengo para contar; de las cuales siempre cuento las mismas cuatrocientas. Que soy yo.
Verán, hablarán de ciencia. No quiero contradecirte, pero los débiles necesitamos creer, los que piensan. Los de aquí, los del café nos vemos tan solos. Atrévete a mirarnos a los ojos, a encontrarnos detrás de los mismos, debajo nuestro. Aquí estamos, los que no tenemos otra. Los que se cuestionan. ¿Dónde estamos? Aquí estamos. Abrázanos, a todos. Te cuestionaremos, nos cuestionaremos. Aquí estamos. ¡¿Pero acaso no nos ves?! ¿No nos ves?. Abrázanos, uno por uno, aquí estamos.
Nos sentamos, desenredando palabras, bebiendo café, fumando cigarros nos verás. Acarícianos, no nos molesta, trabajamos –a nuestros ojos propios- igual. Cuando moleste, la molestia tocará el nervio, el reflejo será y ahí hablaremos. Y diremos. Tormentas diremos, de palabras que no comprenderás: porque la negación al interés.
Lo vemos, nosotros lo vemos.
¿Quién me acompaña en este viaje? El hombre hermoso que acaba de bajar la escalera y ya se ha ido. Deseé que no se fuera, porque su rostro era agradable a mis ojos; porque podría haberlo tocado, con cada piel de mi cuerpo –Cicatriz, cuerpo machucado por el golpe propio, estría e imperfección.- Yo se, lo vi en sus ojos de vidrio que me reflejaron, que él me hubiera amado.
Mozo, no se atreva a molestarme. No lo haga. Estoy bien así, con mis lágrimas, con mi temblor compulsivo. Si me conocieras sabrías que es así como vivo, como duermo y camino. Postrando en papel –o por medio de códigos binarios- miles de sensaciones que encuentran solo esta manera para salir de mi. Sal de mi, hermoso hombre. (Y nunca pude sacar de mi a los hombres preciosos, dejaron partes suyas dentro mío; las más saladas y babosas.).
Llegaste para quedarte. Molesto mozo, hablas con el otro. Oh he vuelto a considerarte, he vuelto a considerar tu maquinisidad, maquinidad. Te miro y te disculpo, me disculpo. Ellos hablan de compra-venta ‘El chabón se compró uno, ¡boludo!’. Hablan de tecnología, que no me importa.
Hay mujeres -¡si las habrá! – hablando -¡si hablarán!- boludeces -¡si las sabrán!-.
Estoy en soledad, mi amiga, en soledad, madre mía. Me he ido, mintiendo. ‘Compraré un libro y volveré’. ¿Volveré? ¿Volverás? Le pregunté a mi amada. Treinta, cuarenta años han pasado ya. ¿Dónde estás? ¿Dónde estarás hoy? Cubierta en cemento, aseguro que tu cuerpo ya no existe. Pero te veo, una, dos, tres veces al día cuando cierro los ojos y tomo tu pelo de chancho y paso a lamer tus ojos de almendra que florecen día por medio.
Me encuentro aquí, en el café, los hombres se han ido, él me abandonó antes de conocerme. Sabría, él, que lastimarme lograría. ‘Es casado’. No hay problema. Mejor vuelvo al chancho.
De los nervios tiemblo, mi corazón … ¡Mi corazón! Se acelera. ¿Quién leerá? Sino yo. ¡Qué emoción!.
Tristan me habla de arte, la mejor concepción que he escuchado. La mía. Yo soy él. Yo se que soy él. Aunque Oliverio sepa que no se nada.
La verdad. ¿La quieres? Te la doy. La verdad es que no me importa tenerte, no me importa, porque no sos los cosa, yo soy cosa. Yo quiero ser cosa, tu cosa, cosa de alguien. Yo no quiero cositas. ¿Por qué no me amas? Dime ¿Por qué ya no me amas? ¿Por qué ya no me tocas? ¿Por qué ya no me ves? ¿Acaso has descubierto que miento? Un momento. ¿Acaso me has descubierto? Porque yo si me descubro. Entonces no me ves, no nos vemos, no puedes, yo si puedo. Puedo ver a las otras. Y lo otro. Y las visito, las halago, las rozo. Te digo que no, porque yo también he de mentir. La semana pasada la vi a ella. Lo hicimos, como se debe. Esta semana lo veré a él, aunque más deseo verlo al otro él. Estoy con la seguridad del mentir y que no importe. Porque de todas maneras no me ves, no me tocas, no me rozas, no me amas. ¡No me hablas! Basura, basurita. ¡Ay, cosita!. Pero yo te arropo con palabras, con mi cara de niña. Aquí te miento, aquí te confieso, lo que duele saber. Tanto se ¡poco que importa!.
Usted, mozo, ¿me reconocerá en años? El año que viene, mañana cuando vuelva. ¿Te atreverás a decirme ‘¿Eres tú? ¿Acaso eres tu?’ – ‘Pues claro que lo soy. – le contestaré- Pues claro, ¿quién más sino?’ -, y nos abrazaremos y haremos una danza loca loca, y te echarán del trabajo por estar conmigo en horario de trabajo, y tu jefe te dirá ‘Corre, corre tras esa persona! ¡Esa persona! ¡Tu amor!’ y nos iremos, lejos, tendremos un hogar que será una taza robada, un bebé que compraremos, una mascota, el libro que acabo de comprar, y te lo leeré, por más que seas sordo, se que mis palabras ajenas comprenderás mejor que nadie y te enamorarás como nunca antes, y nunca me abandonarás, jamás volveremos a sentir la ausencia, no volveremos a caer en soledad en cafés para oscuridad de las tardes en la ciudad, no pediremos la cuenta, no habrá propinas, y me volverás a amar una y otra vez en los campos nocturnos del alma mía, porque todo lo que tengo es para ti; extraño mozo de los malos comportamientos, servidor del sitio que jamás frecuenté, tu, que no sabes quien soy porque no me ves, porque no me hablas, porque no me rozas, porque solo haces para ti, dentro tuyo. ¿Y dentro mío quién?.
¿Qué me han hecho? ¿Qué me han sabido hacer? Malditos mediquitos, mozos, obreros. ¿Qué me han hecho? Padre, Señor, míreme. Díganme, todos ustedes ¿cómo es que he terminado aquí en soledad sin nadie que diga ‘Oye, esa no es tu mano de escribir? ¿Quién eres tu acaso? ¿Eres la máquina?. ¿Eres tu quien habla? Pero yo te amo,’ Entonces, ¿qué es lo que soy? Cosita.
II
Sigo aquí, después de dos horas. Llorando me ven quienes no me conocen, magia azul tosca manía; la agonía. Nodejoespacioparaquenoentresuspiroyasínomeolvidesporquecreoverlugaresasombrososasomandosombrerosdelagentemuertapormi, porque estamos en soledad, se que la silla que se me antepone está llena de gente que asiente y siente, que me puede ver, que los veo y los quiero. Tanto. A todos. Los quiero. A Tristan, a Claude, a Michelle, a Federico –aunque siempre diga que te odio- yo se que ellos me ven, Rolando, y mi padre. Se que muertos están, muertos me ven y esperan de mi algo, porque han leído y saben que todos hemos de pretender.
III
Se abre a la duda, a la
astucia del verano.
Los carros van con gente a
su lado.
Me viste caer
¿sabrás?
El parque ahuyenta a
los lobos, locos,
¡locos los lobos!
ahuyentados por el parque.
Me verán como pieza
pieza rematada
me rematarán
ya de muerta.
Porque el juguito es
mejor.
¡Oh blasfemia!
Muérete.
Muérete de una buena vez.
IV
Llegó otro hombre, le contemplaré mientras hace lo que yo.
Fueron muchos los que dieron teorías a concepciones, que creyeron en la observación suya, en la interpretación. Todo para el progreso, todo por la mejoría, porque desde la colonización y conquista pasando por comunismo y nazismo todo fue para la mejoría. La izquierda, la derecha. Pero después tenemos a los otros, que se distraen más y se enfocan en ‘Que lindo, que apreciable, esto es bello. Esto es belleza. Quiero ser belleza’. ‘ La belleza salvará al mundo’. Si, padre de mi amor, estás en lo correcto. Pero ¿de qué sirve la belleza si hay quienes no pueden ni concebirla porque su estructura no se lo permite?¿Por qué ustedes, habladores de belleza, se han empecinado en cubrir con mantos de belleza situaciones que no se animan a considerar?. Es así como nosotros decidimos morir. Una muerte social, asociada; que destruye más que mi verdadero cáncer. –Tengo un cáncer social-.
Se quien hace qué, esto no me merece. Esto es soledad triste, buscar un abrazo es mundano. Soledad es hoy, lo que ayer, saber que desperdicié una década de vida en mi, para mi, por mi, para luego confirmar que todo esto no sirve. Esto no sirve y he de decirlo con seguridad. Soledad es hoy y siempre tener mucho que escribir y nadie que lea, porque dejé la puerta abierta y nadie entró. ‘He de morir de cosas así’ Flora andate a la reputisima madre judía que te parió.
Por todo esto recurro a eso, por todo eso recurro a esto. Y digo diciendo que temo decirlo y lo digo pero me dicen que siga. Gracias. De nada.
Nota: nunca falta el viejo rompe bolas que se pone a acomodar y golpear las mesas a su gusto.
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Data del 18 de febrero de 2010, el día que entendí casi todo.