martes, 5 de mayo de 2009

parasitos

‘Aún tengo al sol para besar tu sommbra’

Mi mareo, una joven en la avenida peina el bello en sus piernas. Un hombre y un cigarro en el transporte público. Al menos tres velocidades a la vez, ¿tenes miedo?. Mucho. ¿Vas a dar algo a cambio? –y sonrío- No. Gracias. De nada.

A veces no hay necesidad, reitero claro, de contestar porque la respuesta subyace; el mareo atemoriza, es por eso que ya no digo más.

Tengo miedo y temo decirlo.

La nebulosa conjunción de conceptos y preconceptos bien se sabe hacen a la estructura y así la imposibilidad de la objetividad maestra, es por eso que ya casi no hablo. Porque … Eso.

Seguí soñando.

(otro dia)

Un gato fumando en pipa, una sotana en el perchero.

Ayer dentro de la carrocería donde las multitudes de diferentes hemisferios subdivididos se juntan pensaba en las decisiones concretas basándome en el poder que me he de otorgar. A mi rostro lo tapé con delicadeza, acariciándolo como si lo quisiera proteger de algo, como si el viento por la ventanilla estuviera acompañado de claveles hambrientos de lastimosidad, como si pudiera, tal vez, el clavel armar su ejército y así avasallar con estrategias madres a mi tan enorme y aniñado rostro. Pero ardía como si todo esto hubiera sucedido. Algunos fármacos, se supuso, podrían haber causado los mismos efectos que en mi superficie luego se encontraron. Fue por eso que las preguntas cayeron como nieve y el sol de verano derritió sin antes sentirse bienvenido.

No quiero vivir para ver esto, no quiero vivir ni la muerte de mi padre ni la de mi hijo.

No tengo ganas de poner fechas.